La reproducción
El proceso de la reproducción sexual es la fusión de células especiales procedentes de individuos distintos de la misma especie, uno masculino y otro femenino. Dichas células se llaman gametos y tienen un número haploide de cromosomas. Se forman en las gónadas (órganos sexuales primarios). Los gametos masculinos (espermatozoos) se forman en los testículos. Los gametos femeninos (óvulos) se forman en los ovarios. La fecundación es la penetración del espermatozoide en el óvulo, con fusión de sus núcleos para formar el núcleo del zigoto. El óvulo fecundado desciende al útero y atraviesa el epitelio uterino y se aloja en el interior de la pared endometrial. Allí se forma la placenta, órgano a través del cual se realizarán los intercambios fisiológicos entre el embrión y la madre durante el resto de la gestación.
Regulación endocrina de la reproducción
Existe un delicado dispositivo de regulación, fundado en influencias mutuas que corre a cargo de los sistemas endocrino y nervioso. En la hembra la ovulación resulta de un predominio de la L sobre la FSH y coincide con la máxima secreción del estrógeno. Una vez descargado el óvulo, la progesterona inhibe la secreción de gonadotropinas por la hipófisis, impidiendo así que se inicie la maduración de un nuevo lote de folículos ováricos.
Si el óvulo no es fecundado, el cuerpo lúteo degenera y se provoca la destrucción y descarga de las capas endometriales hipertrofiadas por las hormonas ováricas, lo que va acompañado de hemorragia (menstruación). Si el óvulo es fecundado, el útero informa al hipotálamo y este influye en la adenohipófisis, la cual adapta el funcionalismo del ovario a las exigencias de este estado. El parto es provocado por la acción de la occitocina sobre el músculo uterino. El desarrollo del tejido glandular de las mamas estuvo a cargo del estrógeno y de la progesterona. Ahora la prolactina estimula la formación de leche y la occitocina provoca su expulsión.
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