Conocer las causas del fracaso escolar no es nada fácil. Un bajo rendimiento académico puede deberse a múltiples causas, entre las que destacan las alteraciones generales de la inteligencia o el aprendizaje, como la dislexia, los trastornos de atención o hiperactividad, trastornos afectivos o de socialización, y los déficits o alteraciones sensoriales, como los defectos visuales.
Según diversas investigaciones llevadas a cabo en España, el 25% de los niños de edad escolar sufre algún problema de visión sin diagnosticar, y, de entre los que necesitan gafas, al menos el 50% no las lleva.
Problemas más frecuentes en la infancia
Las enfermedades oculares más frecuentes en la infancia son los defectos de refracción, las ametropías, la ambilopía u “ojo vago”, el estrabismo (con una incidencia de un 5%, según algunos estudios), la catarata congénita o el glaucoma.
Entre los defectos de refracción, presentes en el 20% de los niños, el más frecuente es la hipermetropía, que alcanza una prevalencia del 13,2 % a los 6 años y desciende al 5% al los 12 años de edad, y se asocia, según resultados de estudios clínicos, con un menor rendimiento escolar.
Dentro de los defectos más frecuentes en los primeros años de vida, se puede distinguir la propia patología de base, como puede ser una catarata congénita, uno ojo estrábico, miope o hipermétrope, y la consecuencia funcional que se produce al carecer de una imagen correctamente enfocada en la retina durante periodo crítico de proceso madurativo de la función visual. Si este tipo de trastornos no se tratan de la manera adecuada, puede llevar a un defecto permanente e irreversible de agudeza visual.
Las anomalías visuales o ametropías, como la miopía o el astigmatismo no se curan: son simples defectos funcionales de la visión, por lo que su incidencia no sólo no disminuye, sino que se ve acrecentada por el progresivo aumento de la escolarización en los países desarrollados y su detección más temprana.
Por otra parte, el abuso de videojuegos o televisión pueden incrementar la miopía, aunque algunos estudios apuntan que determinados videojuegos pueden beneficiar en la coordinación óculo-manual.
La coordinación motora y visual es clave para el aprendizaje. De todas las alteraciones visuales, las originadas por defectos de refracción son las más fácilmente tratables. Estudios recientes muestran que, tras seis meses de uso de lentes correctoras, los niños con coordinación visula-motora deficiente por problemas de visión recuperan los niveles óptimos, igualándose a los que nunca han necesitado gafas.
El escolar que tenga serias dificultades para realizar sus actividades escolares o cotidianas, como leer, escribir, hacer deporte, manejar un ordenador o ver la televisión, sufrirá una gran cantidad de limitaciones sociales que irán en prejuicio de su desarrollo, su carácter y personalidad. Los niños que tienen este tipo de trastornos necesitan de forma urgente un perfecto estudio de sus capacidades y deficiencias visuales, un adecuado tratamiento de estas últimas con compensaciones ópticas o terapia visual, o ambas cosas a la vez.
Hay que tener en cuenta que los niños creen que todas las personas que los rodean ven igual que ellos. Si un niño no ve bien, posiblemente no se quejará, ya que no sabe que tiene un problema de visión. Por lo tanto, los padres y profesores tienen la responsabilidad de reconocer o detectar si el niño sufre algún tipo de anomalía visual que le impide desarrollar sus actividades escolares de una manera eficaz. Por lo tanto, una visión defectuosa en la escuela traerá como consecuencia, de forma ineludible, un mal rendimiento académico y, a medio o largo plazo, un fracaso escolar.
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