¿Qué es la medicina genérica? ¿Por qué se llama genérico? En el momento en que termine de leer este artículo, su conocimiento sobre este tema se verá reforzado a un nuevo nivel.
Primero vamos a entender la necesidad de tener diferentes nombres para los medicamentos. Para explicarlo en palabras sencillas pongamos un ejemplo. El jugo de naranja es algo que se consume todos los días, pero una empresa de fabricación de zumo de naranja que desea dar a su producto un nombre único que se diferencie de la etiqueta común de "jugo de naranja" crea un nuevo nombre y se convierte en su marca (aquí en España, por ejemplo Don Simón).
Del mismo modo, un nombre genérico es un nombre químico dado a un medicamento, teniendo en cuenta los principios activos presentes en éste. Una marca es un nombre dado por la empresa fabricante para diferenciar su producto de otros productos similares en el mercado. Otra razón importante para dar el nombre de marca para un medicamento genérico es que los nombres de los genéricos son largos y pueden ser difíciles de recordar, mientras que una marca siempre será corto y fácil de recordar.
El medicamento genérico se define como un sustituto o un bioequivalente de un medicamento de marca respecto a sus propiedades farmacocinéticas y farmacodinámicas. Un medicamento sólo puede denominarse como genérico si se hace con la misma composición química y cumple las mismas normas de preparación farmacopea. Los medicamentos genéricos se consumen en dosis similares y con las mismas precauciones de seguridad que los de marca.
Muchas grandes compañías farmacéuticas se esfuerzan por la fabricación de sus propios medicamentos genéricos para adelantarse a la expiración de su patente. La vida de las patentes difiere de país a país y también es diferente para distintos medicamentos. Por lo general, no existe el proceso en el que se puede renovar una patente una vez que haya expirado.
En Estados Unidos la FDA tiene la responsabilidad de asegurarse de que los medicamentos genéricos sean seguros y efectivos. Este proceso se inició en la década de 1960, donde los fabricantes de genéricos tenían que probar que su medicamento es bioequivalente al medicamento de marca. Los parámetros para la aprobación de medicamentos genéricos son los mismos que para los de una marca nueva. Los medicamentos genéricos son más baratos y pueden ahorrar a los pacientes, a la Seguridad Social y a las compañías de seguros miles de euros sin comprometer la calidad de la atención.
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