Aunque existen diferentes tipos, sabores y formas de presentación, según sea la materia prima empleada por las abejas para libar la miel, en el fondo todo es miel, es decir, el producto resultante de las flores elaborado por las abejas en los panales. Según las variedades de flores de las que proceda la miel, surgen los diferentes sabores.
La composición de la miel
La miel, en general está compuesta de diferentes tipos de azúcares, sobre todo de levulosa o fructosa (azúcar de fruta), dextrosa o glucosa (azúcar de uva) y algo de sacarosa o azúcar de caña. Con la obtención industrial de los azúcares de caña o de remolacha, la miel de abejas perdió su puesto como única materia edulcorante empleada en la alimentación. Los diabéticos toleran bien la miel, debido a su elevada proporción de fructosa que contiene, que es un azúcar muy bien tolerado por los diabéticos.
La miel y el azúcar blanco
La desaparición de la miel de los hogares no ha supuesto ninguna ventaja sanitaria, sino todo lo contrario, y hoy en día con el enorme auge que ha tomado el consumo de azúcar blanco, materia prima exenta de vitaminas y sales minerales naturales, ha supuesto la causa de la aparición de una innumerable serie de graves perturbaciones metabólicas y muy especialmente de la caries dental. La miel posee entre otras ventajas sobre el azúcar blando, que no precisa de vitamina B1 ni sales minerales (calcio y fósforo principalmente) para su combustión por lo que su consumo continuado no disipa el organismo, como ocurre con el azúcar blanco.
La miel y la medicina natural
La miel constituye un auténtico medicamento y se usa con gran reputación en el tratamiento de las enfermedades cancerosas (solución hidromiel), así como en el tratamiento de las enfermedades del corazón, así como también en los casos del sistema nervioso: estrés, exceso de trabajo (surmenage); en los enfriamientos (con bebidas calientes) y en los casos de indigestión, insomnio y en las convalecencias.
La miel y su poder bactericida
La miel natural ejerce una enorme influencia sobre los bacilos diftéricos por su acción bactericida, lo que le permite actuar favorablemente en los casos de difteria. Se ha podido comprobar que la miel no sólo es casi perfecta bacteriológicamente, sino que actúa como barrera natural contra los gérmenes patógenos, lo colibacilos, las bacterias esporuladas, las pigmentadas y los vibriones.
Más propiedades de la miel
La asimilación de la miel es de muy fácil digestión y gran poder energético, y resulta bien aceptada por personas incluso de estómago delicado, como los enfermos convalecientes, los niños, etc.
Sirve asimismo como tónico cerebral debido a la gran cantidad de fósforo que contiene. Resulta además indispensable en la dieta de los hepáticos y cirróticos debido a que proporciona al hígado la glucosa necesaria para elaborar el glucógeno (que es la única forma asimilable y almacenable al mismo tiempo en el hígado). Ayuda también a los reumáticos y artríticos debido al ácido fórmico que contiene, y gracias a su abundante contenido en hierro y vitamina B influye poderosamente en la recuperación de los casos de anemia.
Además con la miel se pueden endulzar las infusiones de hierbas, con lo que su acción se ve no sólo reforzada sino incluso mejorada.
Según la flor que se encuentre disponible, resulta una miel más o menos aromática, y su aroma recuerda el de las flores, romero, eucalipto, azahar, brezo, etc.
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