Según explica el el boletín Tufts University Health & Nutrition Letter: “La vitamina D facilita la absorción del calcio, lo que permite que el mineral se fije en el hueso para reforzar el esqueleto y protegerlo de fracturas”.
Continua diciendo: “En términos generales, el 90% de la vitamina D se produce en la piel tras la exposición a la luz solar, pero durante los meses de invierno, en las regiones más frías del norte, los rayos solares no tienen suficiente fuerza para iniciar la síntesis de la vitamina D. Lo que es peor, casi ninguna persona de mediana edad para arriba ingiere el 10% de vitamina D que se supone que aporte la dieta.”
Debido a ello, los Institutos Nacionales de la Salud, de Estados Unidos, aconsejan que los habitantes del hemisferio norte, y sobre todo los mayores de 50 años, eleven durante el invierno su ingesta de vitamina D consumiendo productos como pescado graso y aceite de hígado de bacalao, o tomando suplementos de esta vitamina, pero sin exceder las 2.000 unidades internacionales, o 50 microgramos, por día.
Ni que decir tiene que la recomendación es igualmente aplicable a las regiones más frías del hemisferio sur.
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