Recientemente han disminuido las muertes por ataques al corazón gracias a una mejor identificación de las personas que sufren de hipertensión o presión sanguínea alta.
Las estadísticas indican que las enfermedades cardiovasculares son de tres a cinco veces más frecuentes en las personas que padecen hipertensión.
Las personas hipertensas son cuatro veces más propensos a los ataque de apoplejía que las personas con una presión arterial normal. Esto es debido a que las arterias que conducen la sangre al cerebro son más vulnerables a los daños por hipertensión.
Hay centenares de millones de personas en el mundo que sufre hipertensión. Llama la atención que en Estados Unidos hay el doble de negros que de blancos afectados por hipertensión. Los síntomas de la hipertensión pueden no aparecer hasta a etapas avanzadas, lo que supone un peligro, ya que corren un riesgo de sufrir ataques de apoplejía, enfermedad coronaria o del riñón.
La hipertensión obliga al corazón a bombear más de lo normal porque el aumento de la velocidad de la sangre a través de las arterias crea una resistencia que el corazón debe vencer. Este exceso de trabajo provoca que las arterias se vuelvan más rígidas y quebradizas. Para poder con esta carga añadida de trabajo, el corazón puede formar más fibras musculares, lo que supone una carga adicional. Debido a este exceso de trabajo al final el corazón puede claudicar. Antes de la aparición de los medicamentos hipotensores para controlar la hipertensión, la causa más frecuente de muerte entre personas con hipertensión era el fallo cardiaco.
Medir la presión arterial
Cuando se le mide a un paciente la presión arterial, el profesional mide al altitud a la cual la fuerza de la sangre, que fluye a través de la gran arteria de la parte superior del brazo, puede empujar una columna de mercurio en un tubo de cristal. La primera cifra, sístole, muestra la fuerza del latido durante la contracción. Por otra parte, la segunda cifra, la diastólica, muestra la presión del corazón cuando está descansando entre dos contracciones..
Se dice que una presión de 120/80 es la lectura normal para un adulto. Las mujeres de menos de 40 años tienden a tener una presión arterial menor que los hombres. En el caso de los niños también es más baja, y empieza a subir a partir de los 16 años. Se dice que una persona es hipertensa cuando la lectura de la presión sanguínea está siempre por encima de 140/90.
El cerebro y la hipertensión
Cuando el volumen de sangre de una arteria aumenta, provocando a su vez un aumento de la presión sanguínea, hay un centro de control en el cerebro que ajusta la presión sanguínea para satisfacer las necesidades cambiantes. Los llamados barorreceptores de las arterias alertan al cerebro de los cambios de condición. Los impulsos del cerebro indican a las arteriolas que se relajen y liberen parte de la sangre de la arteria. Como consecuencia baja la presión arterial. Algunos expertos creen que desajustes en esta valoración de la situación de las arterias pueden estar detrás de situaciones de hipertensión arterial crónicamente alta.
Además sustancias químicas de la corriente sanguínea pueden distorsionar el mensaje provocando que las arteriolas respondan de forma incorrecta.
Causas de la hipertensión
Muchos profesionales de la salud aconsejan a los hipertensos que reduzcan o eliminen la sal de su dieta. Sin embargo, muchos científicos desconocen si esta es la causa de la hipertensión. La retención de líquidos ligados al consumo excesivo de sal es otro posible culpable de la hipertensión ya que un volumen de agua elevado en el organismo se suele asociar con la hipertensión.
La renina, una enzima segregada por los riñones, también es sospechosa de la causa de la hipertensión. Esta enzima regula tanto el metabolismo de la sal como la retención de los líquidos. Una cantidad demasiado aumentada o pequeña de renina puede crear un desequilibrio químico que aumenta la presión sanguínea
La nicotina, la comida grasienta, la obesidad y los factores hereditarios son otras posibles causas.
Concluyendo, podemos decir que los tratamientos contra la hipertensión, tanto convencionales como naturales, los cambios en la dieta, la reducción en el consumo de sal, el control del peso y la práctica de ejercicio, hacen que los riesgos de sufrir de una enfermedad cardiovascular disminuyan. Por otra parte, los medicamentos diuréticos eliminan el exceso de sales y líquidos corporales. Otros medicamentos relajan los vasos sanguíneos y bloquean los nervios que guían a los nervios controlando la hipertensión de los hipertensos y disminuyendo los riesgos de padecer una enfermedad cardiovascular.
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