La cebolla es una planta de la familia de las Liliáceas, procedente del Asia Occidental y su cultivo se ha extendido en toda Europa, pues está ampliamente difundida en todos los hogares y se usa en innumerables ocasiones.
Sin embargo, a pesar de sus interesantes propiedades medicinales y condimentarias, su empleo se ve restringido por el fuerte olor que desprende y porque al pelarla provoca la secreción lagrimal. Ello es debido a aceite etéreo que contiene, cuyo principal componente son los compuestos orgánicos de azufre, que al igual de las sulfamidas poseen marcada acción antibiótica, resultando un medio eficaz para combatir las enfermedades infecciosas.
Las interesantes propiedades de la cebolla fresca se pierden en gran parte al cocerlas; de ahí el interés en comerla cruda (con los consiguientes inconvenientes para algunos), o bien en encontrar una forma equivalente que no presenta dichos inconvenientes como pueden ser las cápsulas de cebolla.
Propiedades terapéuticas
La cebolla es un poderoso estimulante de la secreción gástrica, aumentado la producción de jugos intestinales, exterminando los parásitos (lombrices) y estimulando el desarrollo de los colibacilos normales y controlando cualquier otro tipo de fermentación anómala (putrefacción). Al mismo tiempo estimula también otras secreciones como son las del hígado, la vesícula biliar y el páncreas, las cuales están también relacionadas con el funcionamiento digestivo. Ello se debe a que sus componentes estimulan la producción de la hormona secretina en el páncreas, lo que influye no solo en su buen funcionamiento, sino en el de las otras glándulas, pero además la cebolla también de por sí contiene fermentos y hormonas vegetales (secretinas), una de las cuales, la glucoquinina, parece ser que actúa sobre el metabolismo del azúcar de forma similar a la de la insulina del páncreas, es decir reduciendo el exceso de azúcar en la sangre (diabéticos).
Otro efecto interesante de la cebolla es su acción diurética directamente relacionada con las enfermedades circulatorias y renales, conteniendo además, según se ha podido demostrar en animales sustancias de efectos estimulantes sobre el corazón. Asimismo, por contener compuestos sulfociánicos que actúan como factores que hacen descender la presión sanguínea (hipotensores), posee efectos beneficiosos sobre los enfermos de arteriosclerosis.
Su acción sobre las vías respiratorias es bien conocida por todos, resultando beneficioso para las afecciones catarrales de las vías respiratorias, pues su aceite etéreo se filtra a través de los pulmones, evitando la congestión de los vasos y pequeños bronquiolos, facilitando la expectoración y calmando la tos y la irritación de la garganta. Es por esta propiedad que en afecciones de las vías respiratorias es muy útil preparar un jarabe a base de cebolla cortada en rodajas finas con un par de cucharadas soperas de miel por encima. Después de unas horas el jugo resultante se puede tomar para calmar la tos y mejorar la expectoración. Este jarabe es muy útil para los niños.
Por otra parte, autores como los Dres. Bing y Lipp conceden a la cebolla efectos calmantes sobre las excitaciones nerviosas y psíquicas, y es ampliamente reconocida la capacidad de la cebolla para la renovación de la sangre, así como su efecto beneficioso sobre la digestión, por lo que suele utilizarse en los casos de anemia, sobre todo si pueden ser debidas a prolongados trastornos en el normal funcionamiento del intestino. Ello se explica en parte por su elevado contenido en vitaminas naturales y sales minerales.
Por su contenido en flúor, (según Mayerhofer, Schneider y Wasicky, 0,5 mg. por kilo de cebolla fresca), posee una influencia beneficiosa sobre la glándula tiroides, controlando su funcionamiento excesivo, y sobre el esmalte dentario por su acción conservadora del mismo.
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