Mucha gente que va al médico convencional o a un profesional de la salud sea del tipo que sea, busca la curación, el remedio rápido y la vuelta a su salud perdida.
Pero tenemos que aprender una verdad muy sencilla: no curamos (no podemos hacerlo) una enfermedad. Es al paciente al que debemos cuidar, no a las enfermedades; y debemos entender que nuestra alimentación es una gran constructora de la salud, pero no son “medicamentos” prescritos para suprimir síntomas de una enfermedad o para aliviarla.