Cada vez son más comunes expresiones como: enriquecido con Omega-3, con fitoesteroles, rico en calcio, en fibra, etc. Y todos estos términos se asocian con alimentos que normalmente se compran en supermercados. Pero ¿qué son los alimentos funcionales?, ¿para qué sirven? y ¿qué beneficios aportan?
Cada día es más frecuente relacionar alimentos o dieta con salud, y esto ha hecho posible demostrar que muchos alimentos tradicionales como frutas, verduras, leche o pescado contienen componentes que resultan muy beneficiosos para nuestro organismo. A estos alimentos se le denomina “alimentos funcionales”.
Según los especialistas en nutrición, la ingesta de estos alimentos nos garantizan los nutrientes diarios recomendados y ayudan a compensar los posibles desajustes alimentarios que provocan hoy en día los nuevos hábitos de cultura, trabajo y alimentación.
Historia de los alimentos funcionales
El origen de los alimentos funcionales se encuentran en Japón, cuando a mediados de los años 80 del siglo pasado empezó a incrementarse la esperanza de vida y, por tanto, también su gasto sanitario. El gobierno se planteó entonces la necesidad de desarrollar productos alimenticos que mejorasen la salud de los ciudadanos garantizando un mayor bienestar y calidad de vida, sobre todo en las personas de edad avanzada.
En otros países, como Canadá, los alimentos funcionales surgieron para compensar unos hábitos alimenticios poco equilibrados, y hoy en día su consumo está muy extendido. Tanto es así, que un 40% de su población ya los ha incorporado como parte de su dieta diaria. Por otra parte, en España, el auge de los alimentos funcionales surgió hace unos 10 años y hoy en día ya podemos encontrar más de 200 referencias.
¿Qué son los alimentos funcionales?
No existe una clara definición para los alimentos funcionales, pero los expertos coinciden en que los alimentos funcionales son aquellos que, con independencia de aportar nutrientes, han demostrado científicamente que benefician a una o varias funciones del organismo, ejerciendo un papel preventivo y reduciendo los factores de riesgo que provocan la aparición de enfermedades, de manera que proporcionan un mejor estado de salud y bienestar.
Ejemplos de alimentos funcionales
Teniendo en cuenta esta definición podemos decir que numerosos alimentos naturales son alimentos funcionales sin necesidad de estar enriquecidos con algún tipo de suplemento alimenticio. Por ejemplo, las nueces serían alimentos funcionales gracias a sus propiedades anticolesterol, o por el mero hecho de reducir la hipertensión arterial; las uvas, por su gran cantidad de antioxidantes o propiedades anticancerígenas, y seguiríamos con un largo etc. Es decir, parece que cada vez más, la ciencia alimentaria descubre la estrecha relación que existe entre alimentación y salud, o lo que ya dijo Hipócrates hace siglos, “que tu alimento sea tu medicina”; es decir, nada nuevo bajo el sol.
Sin embargo, lo nuevo sí está en el enriquecimiento que están experimentando numerosos alimentos:
Leches enriquecidas con Omega-3 para reducir el riesgo de enfermedades cardiovasculares
Leches enriquecidas con ácido oleico para reducir la concentración de colesterol en sangre.
Leches enriquecidas con ácido fólico para disminuir las malformaciones en el tubo neural del nonato durante la gestación.
Leches enriquecidas con calcio para mejorar el desarrollo de huesos y dientes, o prevenir osteoporosis.
Leches enriquecidas con vitaminas A y D para favorecer la función visual y la absorción de calcio respectivamente.
Leches enriquecidas con fósforo y zinc para mejorar el desarrollo de los huesos y el funcionamiento del sistema inmunológico.
Otros ejemplos de alimentos funcionales
Además de toda esta gama de leches enriquecidas tenemos los siguientes alimentos:
Leches fermentadas con bifidus activus para favorecer el funcionamiento del sistema gastrointestinal y reducir la incidencia de diarreas. También para mejorar la calidad de la flora intestinal.
Zumos enriquecidos con vitaminas y minerales
Cereales fortificados con fibras y minerales para ayudar a reducir el riesgo de cáncer de colon y cáncer de mama, etc.
Huevos enriquecidos con ácidos Omega-3
Margarinas enriquecidas con fitoesteroles para disminuir la concentración de colesterol en sangre y enfermedades cardiovasculares.
Sal yodada para estimular la formación de hormonas tiroideas.
Conclusión sobre los alimentos funcionales
La sociedad industrializada se ha alejado tanto de lo natural, nuestros campos están tan explotados y desprovistos de nutrientes y nuestros métodos de cultivo están tan deshumanizados e intensificados, que cada vez nuestros alimentos son más alimentos basura. ¿Son necesarios por lo tanto los alimentos funcionales? Rotundamente no si consumiéramos alimentos de cultivo biológico. Recuerde el dicho del D. Jensen: “no hay alimento que Dios haya creado que pueda superar el hombre”. Los alimentos biológicos como nos los ofrece la naturaleza están en perfecto equilibrio de nutrientes, y con una alimentación variada y según nos los proporciona la naturaleza en su estación, se cubrirían nuestras necesidades de nutrientes y nos protegeríamos contra numerosas enfermedades, porque no olvidemos que nuestros alimentos deberían ser nuestras medicinas.
Otra cosa es que en vista de la cantidad de alimentos basura que se consumen se haya visto la necesidad y, cómo no, el negocio de tener que enriquecer algunos de nuestros alimentos básicos. La pregunta que nos surge a algunos es la siguiente: ¿cuánto de todos los suplementos con los que se enriquecen los alimentos funcionales se asimila por el organismo al no estar en su medio natural?
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