Selenio y cáncer

Elevadas dosis de selenio en el tratamiento del cáncer de la sangre han sido ensayadas nada menos que desde 1915, pero el entusiasmo que había llegado a parecer justificado quedó en cierto modo moderado por un informe posterior publicado en 1943, según el cual tales dosis inducían cirrosis y tumores hepáticos en los animales de laboratorio.

Por fortuna, investigaciones mejores y más extensas demostrarían que el selenio producía menos, antes que más tumores. De 55 investigaciones publicadas desde 1949, 49 de ellas hallarían que el selenio inhibe el cáncer (15).

Cáncer y selenio

La plausibilidad de una vinculación entre este mineral y el cáncer se vio incrementada cuando en 1973 se halló que el selenio es un componente de la peroxidasa de glutationa.

Es sabido que esta enzima protege las macromoléculas del organismo contra la tensión oxidante. Las primeras indicaciones derivadas de investigaciones epidemiológicas nos las dan Shamberger y Frost, que han demostrado que la mortalidad del cáncer está en correlación inversa con la concentración de selenio en los cultivos forrajeros (16). La confirmación nos la proporcionan tanto ellos mismos como otros investigadores, que han sometido a prueba ingestas dietéticas reales del mineral contra los niveles en sangre, hallando una fuerte correlación inversa del selenio con el cáncer de mama y el de colon.

En la mayor parte de las investigaciones de control de casos, los pacientes con cáncer presentan en la sangre y los tejidos concentraciones más bajas de selenio. Sin embargo, las investigaciones basadas en la concentración en sangre son de difícil interpretación. Puede ser posible que el cáncer sea el origen de más bajas concentraciones por aislamiento del mineral: por reducción de su asimilación o por alteración de la absorción o de la secreción (17). No cabe duda alguna de que las concentraciones de selenio declinan en los pacientes con cáncer a medida que avanza la enfermedad (18) y los pacientes en las fases más avanzadas de la enfermedad tienden a presentar concentraciones más bajas (19).

No obstante, incluso en las etapas más precoces de formación del tumor, se han hallado en el plasma sanguíneo concentraciones reducidas de selenio en pacientes con cáncer de la piel con características de precursores de melanoma (20).

En investigaciones prospectivas, el potencial del cáncer para alterar las concentraciones de selenio ha quedado minimizado, ya que las muestras son recogidas al iniciarse el estudio, y después analizadas sólo en los casos en los cuales se desarrolla un cáncer, con una muestra de entre los que no lo desarrollan. Con la aplicación de este método, se halló que la media de las concentraciones prediagnosticas de selenio en suero entre las personas enfermas que desarrollaron cáncer eran significativamente más bajas que las halladas entre los controles correspondientes (21).

Los que presentaban los más bajos niveles del mineral traza estaban expuestos a un riesgo de desarrollar cáncer que era el doble del de los de niveles más elevados. En dos investigaciones posteriores realizadas en Finlandia, se observó un incremento entre triple y séxtuple en el riesgo de cáncer para quienes tenían bajos niveles de selenio en suero, por comparación con los demás.

Aunque estas investigaciones prospectivas parecían ser prometedoras, otras investigaciones similares posteriores no arrojaron ningún tipo de relación bien definida entre el bajo selenio y el cáncer. Dos investigaciones independientes, llevadas a cabo en Estados Unidos y en Holanda respectivamente, utilizaron los niveles de selenio en los recortes de las uñas de los pies como indicadores del nivel del mineral en el organismo.

En el estudio americano (21), a 62.641 mujeres del grupo de estudio de salud entre enfermeras (Nurses Health Study) veles cortaron las uñas de los pies durante el período 1982-1983. Durante 53 meses de seguimiento, se diagnosticaron 434 casos de cáncer de mama. El nivel promedio de selenio en uñas de los pies de las mujeres resultó ser casi idéntico al de los controles que no desarrollaron cáncer de mama. Estos hallazgos se aplicaban por igual a las mujeres pre-menopáusicas y a las post-menopáusicas.

En la prueba holandesa (22), mucho más reducida en número, llevada a cabo entre 1985 y 1987, la ingesta dietética de selenio fue evaluada entre 133 casos de cáncer de mama y 238 controles de la población. Los niveles de selenio en el plasma sanguíneo, los glóbulos rojos y las uñas de los pies fueron similares en las casos y en los controles. No apareció ninguna tendencia estadísticamente significativa en las proporciones de ninguno de los cuatro indicadores del nivel del selenio. Por lo tanto, en los datos americanos, no se halló sugestión alguna de asociación entre el nivel de selenio y el cáncer de mama en las investigaciones a corto y largo plazo.

Otros tipos de cáncer pueden arrojar diferentes resultados. Por ejemplo, un estudio de 10 años sobre hombres y mujeres finlandeses (39.268 individuos) ha indicado que los niveles de selenio en suero sanguíneo en los casos de cáncer en varones (promedio 59,1 ug/l) eran significativamente diferentes de los de los controles (promedio 62,5 ug/I) pero en las mujeres los niveles eran prácticamente idénticos (63,6 y 63,9 ug/l). La conclusión final señala que las bajas ingestas de selenio podrían incrementar el riesgo de desarrollo de cáncer del estómago y de cáncer del pulmón entre los hombres (22).

Selenio y leucemia

Los niños con leucemia tienen significativamente más bajas niveles de selenio en suero que los controles saludables (los sometidos a cirugía menor) pero esta diferencia depende del tipo de malignidad. Los afectados de leucemia linfática aguda y otras enfermedades proliferativas malignas tienen los más bajos niveles de selenio. Los afectados por linfoma, tanto de Hodgkins como de otro tipo, presentan niveles de selenio similares a los de los controles (23).

Por lo tanto, podemos asumir que, en la mayor parte de los casos de cáncer, tanto en los adultos como en niños, el nivel de selenio es bajo. Lo que no sabemos es si ésta es la causa o la consecuencia del cáncer. No se dispone de investigaciones significativas que demuestren que el selenio pueda frenar el desarrollo de un cáncer existente, o invertirlo en el organismo intacto, aunque sí se ha observado la inhibición de células cancerosas in vitro.

Fuente: Dr Leonard Mervyn

Referencias
15. COOMBS. G.F. y COOMBS, S.B. The role of selenium in Nutrition. Orlando. Florida, Ac¿td,entic Press, p413-6, 1986.
16. SHAMBERGER, Pi. y FROST, D.V. Possible protective effect of selenium against !turnan bncer. Can.Mecl.Assoc.J., 100, p.682. 1969.
17. R1ZK, S.L. y otros. Comparison between concentrations of trace elements in normal and neoplastie tumor btrast tissue. Cancer Res.. 44, p.5390-I. 1984.
18. SUNDSTROM, H. y otros. Serum selenium in patients with ovarian cancer during and after therapy. Carcinogenesis, 5, p.731-4, 1984.
19. MeCONNELL, K.P. y otros. Selcnium levels in human blood and tissties in Health and Disease. J.Ntar., 105. p.1026-31, 1975.
20. CLARK, I.C. y otros. Plasma selenium asid skin neoplasms, a case control study. Nutr.Cancer, 6, p.13-2 I, 1984.
21 HUNTER, DI y otros. A prospective study of seleniurn status and breast cancer risk. lAmer.Med.Assoc., 264, p.I128, 1990.
22. KNEKT, P. y otros. Serunt selenium sud subsequent risk of cancer among Finnish men and women. J.Nat.Cancer Inst.. 82, p.864-68, 1990.
23. MIK AC-DEVIC, M. y otros. Serum Sclenium levels in untreated children with acute lymphoblastic letikaemia I. J. Trace

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