Los iones del aire y la salud

El aire puro, único capaz de mantener la vida en buen estado, es una mezcla gaseosa rica en oxígeno (característica química), exento de cuerpos tóxicos y de gérmenes patógenos (característica microbiológica), y con propiedades eléctricas particulares (característica física).

Los iones del aire

Estas últimas están relacionadas con la presencia de iones negativos que, en primer análisis, son átomos gaseosos cargados eléctricamente.

Esta calidad eléctrica del aire, si bien intuida desde hace siglos, solamente es conocida desde algunos decenios. Se origina según los climas, los lugares y en momentos favorables (alta montaña, orillas rocosas del mar, como resultado de las tormentas) o desfavorables (vientos calientes, proximidad de tormentas, nieblas). Y recientemente han sido determinados los tratamientos (preventivos o curativos) de múltiples afecciones que tienen que ver con los iones del aire.

Formación de iones

El gas vital que llamamos aire está formado por moléculas de dos átomos (02), las cuales, bajo la influencia de muchos factores, se rompen dando nacimiento a los iones, con lo cual se ioniza la atmósfera.

Cuando el agua es violentamente proyectada contra un sólido (las olas del mar contra las rocas, por ejemplo) el obstáculo se carga positivamente. Al contrario, las finas gotitas de agua que salen despedidas se hacen negativas. Este fenómeno se denomina «efecto Lenard».

En la atmósfera, los iones pueden formarse por otros procesos más generales: radiaciones emanadas del suelo, rayos cósmicos procedentes de los espacios intersiderales, descargas eléctricas (en ocasión de tormentas), rayos ultravioletas. En todos ellos, la energía aportada choca y trastorna las moléculas, provocando un bombardeo secundario de partículas que arranca partículas o corta en dos las moléculas.

Una molécula así dividida en dos da nacimiento a dos iones, uno positivo y otro negativo. Todos los factores citados son, pues, ionizantes.

Factores que favorecen la ionización

Si bien los iones se forman constantemente, desaparecen casi con tanta rapidez como se han formado. Esto es porque dos cargas eléctricas de sentido contrario se atraen y tienen tendencia a combinarse para volver a formar una molécula neutra. Como además estos iones son de muy pequeña talla y muy rápidos, su vida es breve. Sin embargo, ciertos hechos contribuyen a su duración.

Es esencialmente la existencia del campo eléctrico terrestre el que evita que no se forme demasiado rápidamente la molécula neutra. En la alta atmósfera existe una capa, la ionosfera, que posee polaridad positiva. Atrae, por tanto, las cargas eléctricas negativas, por lo que suben hacia ella. Al contrario, la tierra es negativa y los iones positivos tienden a descender. Este flujo eléctrico es muy débil, pero existe y es medible (la corriente ascendente es de alrededor de 3 x10-16 amperios por cm2). En grandes superficies esto termina por provocar una importante diferencia de potencial eléctrico entre cielo y tierra. Los rayos de las tormentas son inmensas descargas en este gran condensador.

Aunque nada tenga que ver con la salud, hay dos hechos que pueden interesar al lector y que ponen en evidencia el campo eléctrico terrestre. La subida de la savia en los vegetales es facilitada por la vasta corriente ascendente de los electrones; y basta conectar el polo negativo (-) de una batería a la cima de un árbol y el polo positivo (+) al pie para impedir que la savia suba y hacer que el árbol muera. Así mismo, en las construcciones, la humedad sube en las paredes por el mismo fenómeno; la inversión del sentido de los electrones o el aislamiento eléctrico de la base del muro lo seca.

Volviendo a las moléculas, en el momento en que bajo la acción del aporte energético exterior se escinden en dos, las corrientes que suben o bajan tienen tendencia, respectivamente, a llevar consigo, una los iones negativos y, la otra, los positivos. Esto evita su recombinación inmediata y contribuye, pues, a aumentar la duración de cada uno de ellos y, por lo tanto, de la ionización.

Factores que se oponen a la ionización

Ciertos fenómenos, numerosos y de varios órdenes, precipitan al contrario la efimeridad de los iones. Como se comprenderá, lo que se opone al campo eléctrico implica una recombinación más rápida y disminuye la ionización. Este es un primer aspecto, pero existen también otros procesos destructivos de iones. Citaremos brevemente algunos ejemplos:

  1. El primer factor que se opone al campo eléctrico es una demasiado intensa humedad de la atmósfera, como suele darse en verano cuando estallan violentas tormentas o en la estación cálida en los países tropicales. La conductibilidad del aire, que no es de tipo eléctrico sino iónico, es máxima cuando el aire es seco y cálido, y es mínima cuando el aire es húmedo, frío o cargado de partículas extrañas (humos, polvo, etc.). La mezcla de niebla y humo, el «smog», es particularmente temible y se cita el caso (en Londres) en que ha producido dolencias e incluso fallecimientos. La falta de ionización negativa, como veremos, explica estos fenómenos.
  2. La contaminación del aire, por las mismas razones: gases de escape de los vehículos de motor, productos de combustión de los transportes aéreos, humos industriales, residuos de las calefacciones, etc.
  3. Las grandes construcciones que utilizan hormigón armado, techumbres metálicas, etc. Estas construcciones constituyen lo que los técnicos denominan «cajas de Faraday». Aislan eléctricamente la atmósfera ambiental. Es lo que explica que las emisiones de televisión sean mal recibidas obligando a poner antenas sobre el techo. No nos damos cuenta de que las antenas son trampas contra el aire vivo, eléctrico, que necesitamos respirar. Este aislamiento suprime el campo eléctrico del interior de los edificios y contribuye a disminuir o a eliminar la ionización.
  4. Los automóviles, también. Su carrocería es una perfecta caja de Faraday.  Si se añade a ello las emanaciones de gas o de polvo (cuerpos no quemados, desgaste de los neumáticos), se verá el porqué la atmósfera del interior de un automóvil es particularmente nefasta (¡y horripila pensar lo que ocurre si, además, el conductor o los pasajeros fuman!). Quizá es por esta razón, independientemente de posibles causas psicológicas, que el más pacífico de los ciudadanos, al volante de su coche, se vuelve rápidamente en un ser agresivo y violento.

Hasta aquí nos hemos referido a lo que ocurre con los iones en su definición química (átomos cargados eléctricamente). Aun que sea algo más complicado, hay que explicar lo que ocurre desde el punto de vista físico. Alrededor de un ión oxígeno negativo se aglutinan un cierto número (algunas decenas) de moléculas de oxígeno. Es lo que han sido llamados «pequeños iones» negativos. Hay que subrayar que no se trata, en sentido estricto, de iones sino más bien de agrupamientos de moléculas. Estos agrupamientos son ligeros, móviles y su duración es corta (30 segundos en la atmósfera ciudadana).

Pero los iones pueden también pegarse sobre un soporte diferente: una partícula de carbón, de agua o de otra sustancia, con lo que resultan «grandes iones». En realidad son falsos iones, parásitos, trampas, que si abundan en la atmósfera, disminuyen la verdadera ionización.

Estos grandes iones, varios miles de veces más voluminosos que los precedentes, son mucho más lentos. Su duración es más larga, del orden de una hora. Es por ello que encontramos aquí otra causa contraria a la ionización: la contaminación del aire. El polvo, el hollín, los humos, son particularmente nefastos a este particular.

Y si hay que mencionar nuevamente el humo del tabaco no es por haber tomado partido contra su consumo, sino porque, efectivamente, este humo se carga «maravillosamente» con los citados gruesos iones positivos. Donde quiera que se padezca, el tabaquismo es uno de los mayores azotes de nuestra civilización. Por otra parte hay que mencionar los aparatos de acondicionamiento de aire, con sus fajas metálicas que detienen el campo eléctrico, y sus procesos de lavado, de humidificación y de filtraje que detienen o destruyen los iones.

Aire de las ciudades – Aire del campo

Hemos apuntado que la ionización natural podía variar según los lugares. Vamos a ver el por qué:

En la montaña, hacia los 2.000 metros de altitud, el aire es seco y en él existen alrededor de 2.000 iones negativos por cm3.

Es también la cifra que se encuentra en la campiña después de una tormenta y en ciertos lugares privilegiados del globo: ciertos microclimas de montaña con cascadas, las orillas del mar con rocas y rompientes, altos valles y zonas de fuerte vitalidad, como el Himalaya, el Pakistán (país de los hunzas) y el Cáucaso, en que es legendaria la alta longevidad.

En el llano, con una buena atmósfera, la tasa varía de 400 a 800 iones por cm3.

En una gran ciudad más o menos contaminada, la tasa baja a 150, 100, y a veces a menos iones por cm3.

En el interior de las habitaciones cae a entre 80 y 50 iones por cm3.

En locales poco aireados o en los que se utiliza aire acondicionado (grandes almacenes, salas de espectáculos, automóviles) es todavía más bajo, prácticamente inexistente, entre 15 y 0 por cm3.

Efectos sobre la salud

Ya en el pasado se habían ensayado diversos medios para electrizarse negativamente (no confundir con electrocutarse). Se había observado que era favorable a la salud y al dinamismo el clima rico en ionización atmosférica, así como el andar descalzo, especialmente sobre la hierba húmedecida por el rocío matinal, etc.

Se sabía también que ciertas jaquecas ceden «conectando a tierra» al paciente. Para ello puede procederse de diversas maneras: metiendo manos o brazos en un recipiente con agua salada; envolviéndose la cabeza, como un turbán, con una toalla embebida en agua salada, o conectar mediante un hilo de cobre el agua de dicho baño o la compresa a una toma de tierra, parte metálica de un radiador de calefacción central o similar.

La negativación eléctrica moderna es evidentemente un procedimiento más elaborado. Sus efectos más interesantes son a menudo cambios muy sensibles y rápidos:

  • Sensación de relajación
  • Recuperación del sueño, de las facultades físicas y psíquicas
  • Regulación del metabolismo celular
  • Mejora del estado general y en particular del equilibrio nervioso
  • Desaparición del dolor, los espasmos, las contracciones, las inflamaciones.

Para ello se dispone actualmente de unos aparatos ionizadores, ideados en Hungría, que producen iones negativos. No comportan ninguna pieza móvil ni que se caliente, por lo que no sufren desgaste. Su consumo eléctrico es despreciable (0'5 watts). Se presentan en modelos indicados para oficinas, para hogares o para el automóvil.

Benficios de los ionizadores del aire

Su utilización es particularmente recomendable en:

  • Astenias
  • Trastornos de funcionamiento nervioso (ansiedad, palpitaciones, insomnios, nerviosismo)
  • Trastornos digestivos (colitis, espasmos, estreñimiento)
  • Trastornos vesiculares
  • Asma
  • Taquicardia paroxística
  • Hipertensión arterial
  • Dolores de todas clases (en particular las algias reumáticas)
  • Estados pre y postoperatorios.

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