Para un adulto de un peso medio de sesenta kilogramos, la glucosa libres sanguínea y extracelular es del orden de quince gramos. Sí además añadimos la glucosa libre intracelular tendremos una cifra total de 31 gramos. El glucógeno del hígado (40 a 80 gramos) es transformado inmediatamente en glucosa. El del músculo (unos 240 gramos) está especialmente reservado para la contracción muscular. En total tenemos pues que el contenido en azúcares del organismo es de unos 300 gramos aproximadamente, de los cuales solo 70 gramos pueden servir para mantener la glicemia o nivel de glucosa en la sangre constante.
Sin embargo durante las ocho horas que dura aproximadamente nuestro sueño, las necesidades del organismo son del orden de 110 gramos de glúcidos, cifra que sobrepasa en mucho las posibilidades hepáticas. De esto se desprende que es necesario buscar otras reservas. El ejemplo que ponemos a continuación ilustra muy bien la importancia de las relaciones entre el metabolismo de los glúcidos, el de los lípidos y el de los prótidos. El metabolismo de los hidratos de carbono o glúcidos aparece como el nexo de los diversos metabolismos.
El catabolismo glucídico o eliminación de desechos de origen glucídico está en el centro del metabolismo general, no solamente porque el azúcar y los carbohidratos son los alimentos energéticos por excelencia, sino también lo es porque el catabolismo de otros alimentos recurre a las vías catabólicas de los glúcidos. Este catabolismo provoca la formación de anhídrido carbónico y agua según la fórmula siguiente C6 H12 O6 --<da 6C02 más 6H20. Entre los dos términos de dicha ecuación bioquímica se intercalan muchas otras transformaciones.
La primera etapa es la entrada de glucosa en el medio intracelular clásicamente posible gracia a una fosforilización en presencia de la exoquinasa, agente de la fosforilización y de la insulina. La glucosa transformada en fructosa o fosfato ya puede ser catabolizada o eliminada. Dos vías son posibles: una anaerobia (vía muscular) y otra aerobia (vía utilizada por el hígado para por lo menos la mitad de su metabolismo glucídico)
1.- Vía anaerobia o de Renten Meyerhoff La glucosa o fosfato es transformada primero en fructosa o fosfato, luego en fructosa difosfato que es dividida en dos moléculas de gliceraldehido monofosfato. Esta triosafosfato es transformada en ácido pirúvico y luego en ácido láctico con el que finaliza la reacción. De hecho este término es obligatorio si el esfuerzo muscular no ha sido intenso. El rendimiento energético de este grupo de reacciones no es muy considerable.
2.- Vía aerobia o de Barburg Dickens Lippan Es el descubrimiento más reciente y parece ser esencialmente hepático. En realidad existen dos vías las cuales tanto una como la otra parten de la glucosa o fosfato. La primera pasa por el intermediario de dos pentosas, la ribulosa y la ribosa. La segunda por medio del ácido glucorónico y una pentosa, la sirulosa. Finalmente los azúcares son transformados en anhídrido carbónico C02 y agua H2O por el ciclo de Krebs, siendo la puerta de entrada de dicho ciclo la coenzima A (CoA) que capta el ácido pirúvico. No entraremos en el campo de las reacciones químicas y de las múltiples enzimas y fermentos cofactores que intervienen. Este ciclo de reacciones es particularmente energético pues su rendimiento es del 70%.
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